Y otra vez vuelvo a caer, caigo una vez más. Caigo en el intento fallido de levantar la cabeza, pero como he dicho, fallido, que no significa que me vaya a rendir. No sé qué coño me pasa, que se me olvida caminar recto, no sé cómo mirar hacia delante, ni comprender muchas cosas. Lo que sí sé es que soy una completa idiota. Una idiota que se deja llevar por lo que le dice su interior y olvida todo lo demás.
Lo he intentado, pero no he podido, he vuelto a mirarlos, uno a uno. Esas palabras de aquellos días, guardadas. Yo necesitaba verle, y así lo hice. Unos seiscientos y pico de kilómetros que me hice, unas 7 horas en un autobús, dos días, dos tardes, una mañana, casi no hubo despedida. Si no hay despedida significa que no hay un fin, entonces lo que debe pasar este verano se cumpliría.
Triste.
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