lunes, 31 de agosto de 2015

Primera persona del plural, pasado.

Y la guerrera no paró quieta.
No descansó ni un segundo.
Y al fin dio con una de las claves, y creyó que eso tenía que pasarle a ella.
Recordó estrellas, puertos, mares, cristales, sangre, lunas, espinas, jardines, metales, bebidas de primeras mañanas, palabras y miradas. Y muy pocas de estas cosas eran buenas.
Cayó en la cuenta de que toda esa suma, tocaba caerle a ella.
La guerrera se merecería eso.
Porque supo comenzar su camino con buen pie, pero las guerras son largas, y ella decidió ser una cobarde, y abandonar a su tropa.
Con sus consecuencias.
Tales como tener que revivir todo ello en sus carnes.
"Qué haces, guerrera de mundos perdidos. Qué te crees que eres para salvar o no el mundo. Abandonaste una guerra, y eso jamás se perdona. Y lo superan poniéndole solución. Cosa que tú nunca has sabido hacer".
Nunca supo solucionar su propio mundo, por mucho que ordenase otros.
Y así le pasa, con un mundo del revés, incomprensible, patas arriba, con un monstruo tirando de su correa, a punto de soltarlo; y se llevará lo que le cuelga. Con cristales en su bolsillo y sin saber cómo usarlos.
Quizás la guerrera debe aprender a ver que incluso las más pequeñas, también son batallas, y también debe aprender que no es la mejor guerrera como para ganar las mil y una batallas.
Si no queda nadie, qué estás haciendo aún aquí...
Quizás sobran precipicios y no hace falta más que uno.
Quizás ya se mató hace mucho, mucho tiempo, y esto solo es un sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario