miércoles, 12 de agosto de 2015

Se fundió la vida.

Se te fundió la bombilla de la vida: y no me dejaste cambiarla.
Se fundió.
Y yo, dispuesta a cambiarla por ti, para que alumbrases tu camino; y por mi, para que siguieses dándome calor.
Pero no pude.
Tras mis intentos solo recibía descargas eléctricas. Pero no cesé. Seguía día tras día queriendo cambiar la dichosa bombilla fundida. Y seguías sin dejarme.
Acabé con las manos destrozadas, esta electricidad fina por todo mi cuerpo, y el alma partida en mil pedazos.
Al final, me quedo con las manos únicamente llena de cicatrices y no de caricias en tu cara, y la piel electrizada y no por que me estés besando la espalda.
Y eso rompe, y termina por matarme. Muy lentamente. Y me hace echarte de menos, muy intensamente. Y me hace desear volver al primer día, cuando empezó todo, cuando brillabas, y si parpadeabas podía solucionarlo, yo, simplemente...
Hay unas palabras que espero se vuelvan realidad, y que guardaré. Y solo sea para brillar. Ojalá. Ojalá todo.

"Que he dejado pero no de quererte, que te he olvidado pero no de mi mente. Que siempre te tendré presente, desde la hora del primer beso hasta el día de mi muerte... Para siempre".

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