domingo, 30 de agosto de 2015

Tercera persona, del destrozo.

Se acabó la lucha, guerrera.
Quédate con ello en tu interior, nunca lo deseches. Pero para tu interior, mejor.
El monstruo se intenta escapar sin hacer ruido, y un día de estos terminará por escaparse y no te darás ni cuenta.

"Querrá acurrucarse en su hogar", me repito. Y como consuelo pensar que tiene lugar para hacerlo, para pasar el frío invierno. "Pero cuando nadie siga, sabes que yo seguiré", le dice mientras duerme de noche.

Mientras tanto tú, déjate de batallas. Guarda la espada, el hacha, la armadura y el corazón.
Vuelve a tu pequeño hogar sola, y cierra la puerta. Nunca niegues un abrazo en la puerta a los venideros, y mucho menos si vuelve.
Pero ponte cerradura, y talla una llave en un trocito de cristal, cógelo del cristal que refleja la luna en una lágrima, que el mar ya es muy grande para ti.
Aprovecha que hay luna llena, y súmale una más de tantas, por qué no.
Y cierra los brazos guerrera, que no vas a echar a volar, ya sabes que tú los usarás para curar y nada más.
Huye, guerrera. Corre tanto como puedas antes de que te alcance...

No hay comentarios:

Publicar un comentario