Hay personas que tienen la llave de tu eterna alma, otras la de tu inmenso corazón, otras la de tu gran mente, tu larga vida etc. Y cada uno con su peculiaridad, cada uno tatuado en cada rincón de la piel, cada uno será eterno, cada uno.
He de aclarar antes de nada, que aunque cada uno sea "aislado", todos los apartados tienen parte de todos, no solo exclusivamente del suyo:
Al rincón de mi alma, mi primer rincón, mi eterno amor interno. Gracias. Me hiciste crecer como persona, saber qué estaba bien y qué mal. También que mi alma, serás siempre tú, me acompañarás tanto por dentro como por fuera, en mi piel, aunque cerrada. Brillando. Y mi alma se oscurecerá si no sigues a mi lado el resto de mi vida. Gracias a ti comenzó a cambiar mi vida, supe que era fuerte y que podía darle fuera a otra persona; supe que podía ayudar a una persona y esa persona a mi; supe que tenía amor, y que podía dárselo a otra persona, y recibirlo. Supe que alguien podría dar algo por mi, y que yo aunque insensata por aquel entonces, ahora sé que podría darlo también. Pero eso es lo importante, abrir los ojos, crecer, acompañar, querer, sentir; sobre todo, sentir. Llevar tan dentro a alguien y que sepas que te acompañará siempre, aunque quieras pensar que no. Gracias por cada momento, gracias de alma (corazón) por que tú, ocupes el apartado de "alma" en mi vida. No te imaginas cuánto de importante es. Ni te imaginas cuánto llevo en tu apartado, cada palabra se enmudece, cada palabra se queda pequeña, la única vez que te tuve, la primera, la guardaré, como cuando guardas un álbum de fotografías valiosas. Y seguirá creciendo, espero; seguro. De eso que sabes que toda tu vida tendrás, te doy todo mi amor.
Al rincón del corazón... Mi corazón. Sobran las palabras con solo una, corazón. A ti, a ti no te olvidaré jamás, ni siquiera la palabra pasado es acertada. También te llevo dentro, y fuera, no solo en tinta sino en fuego. Nunca tendré palabras exactas, suficientes, acertadas, sensatas... Para ti. Tú me enseñaste a amar, me enseñaste que otros corazones rotos me rompen a mi, pero que cuando la herida seca, cura. Escuece. Cuando aprendes a amar, no es que alguien te enseñe, es que eso, ya es suyo a mi modo de ver, para siempre. Y como cuando dos heridas abiertas las juntas, y se comienzan a curar, las dos pieles se quedan unidas si están pegadas en ese proceso. Pues aquí igual, pegados, eternos.
Quizás parezca una tontería pero en la vida real, a las personas con universos internos (y no las de hoy en día, superficiales, superfluas, inertes) les acompañarán estos apartados toda su vida, porque la vida son etapas, fases, apartados, estados de ánimo...
Enorme la ilusión, enorme la razón volando hacia el espacio, fuera de mi se fue, por eso enloquecí. Y no es malo enloquecer cuando olvidas lo que es ser cuerdo con alguien. Ojalá espero y seguro que vuelvas en el futuro. A la niña que fui, a la adulta, a la gilipollas, a la enamorada, a la llorica, a la mimada, a la consentida, a la enfadada, a la asustada, a todas, seréis eternas, y erais y sois grandes. Eternamente agradecida por destrozarme el corazón, por hacer la ciudad en ruinas, en polvo, en la que está convertida hoy en día. Y no es el hecho de que la ciudad esté en ruinas el que agradezco, porque eso nunca es de agradecer; sino el hecho de tener que yo construirme una ciudad ahora, porque como digo, son etapas. Y con eso sabré que he crecido, que quizás sobre la base de polvo que siempre estará, pero que tendrá edificios sólidos sobre ella; o eso espero, poder. Al menos poder ser fuerte, al menos más que ahora. Al menos, por lo menos, llegar a serlo.
Me dueles, me jodes, joder. Me hundes, y haces que mis días, cada vez que llega la noche, enloquezca, líe la mente con el corazón (hablando de apartados), y no me dejas aprovechar el presente como quisiera, como debiera. Pero esto es la vida, esto es el corazón, señores. Ésto es, el fuego, que quema; y me quemé, y cicatriz...
Al rincón de mi cabeza, tú, reloj. He de decirte que los corazones rotos duelen, pero que los que están hecho añicos son potencialmente perjudiciales. Y yo soy de los segundos. Solo tengo el poder de destruir, y si no es destruirte, es destruirme a mi para no hacértelo a ti, que es lo real; pero con todo lo que he aprendido, eso, a mi, ya no me lo haré. Eso sí, ya has podido ver otros de los más poderes que tengo, protección, amor aunque sea turbio, aunque sea a descompás, aunque sea roto. Nunca te diré lo qué tienes que hacer, pero yo no puedo hacer más, estoy rota, mucho, así que ten cuidado con lo que haces o quieras hacer. Y no lo digo por mi, que peor no puedo estar, sino por ti. Por tu virginidad, por tu claridad, por tus ganas de vivir, por tus risas y no risas, por tu mirada de niña, esa que yo ya he perdido... Jamás dejes de ser feliz, pero espero que crezcas pronto, y no con dolor. Que tu interior se enmudezca cuando vea el infinito, y puedas hablar de universos, y de estrellas fugaces también, que puedas reír, y llorar; y llorarme, para que veas que ahí está bien. No quiero, no quiero hablar de futuros, casi ni de presente, por eso, no voy a hablar de futuros, aunque sean cercanos, ¿vale? No lo haré al menos hasta que tenga tejida una red de seguridad, como los trapecistas, para esa mi ciudad creciente, en ruinas.
Niña inocente, niña voladora, niña leona, niña risueña aunque seria, niña que busca amor, niña que quiere crecer (no quieras crecer*, todo es una mentira) [Crecer*, de edad y de amor]. Niña de los mil mares o las mil nubes, niña incierta, niña incompleta, niña. Mil mares, en los que últimamente me pierdo más de la cuenta, inmersa en ellos, es normal. Ríete de la vida, yo de momento, te acompaño aunque sea en la sombra, aunque sea así de momento.
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