Como dice la canción.
"Me levanté esta mañana, hacía frío y tenía calor".
"Me dijo: hazme lo que quieras, hazme enloquecer. Y luego yo se lo tuve que hacer".
Como cuando mueve sus caderas al ritmo de la música y me arrastra a un mundo de movimiento y rigidez al mismo son.
Agarra sus manos a las mías y continúa su movimiento, esta vez en vertical, en mis narices. Y cómo evadirme de ese espectáculo que hacen sus piernas sin que se note, y sin que me roce. Y sin moverme.
Hasta que se gire. Y la agarre contra mi. Y no quede escapatoria.
En sus venas está escrita la palabra libertad, y juega al escondite mientras se aleja aún con ese movimiento de cuerpo nunca visto.
¿Tus padres no te han dicho que eso está mal?
La sensual manera de hacer reír y la ingrata forma de mirar; escapar se hace tarea difícil mientras abre la boca, y no para decir adiós.
Y no para callarme.
Y no para de usar su lengua como arma de destrucción masiva.
¿Te han enseñado la belleza de la destrucción?
Destrúyeme, hazme gemir y romperme en mil pedazos. Haz que mis piernas y tú fluyáis.
Hazlo, adelante.
No siempre se acaricia con las manos, o casi.
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