Todo es cuestión de prioridades;
más aún en este mundo cínico, frío tras una pantalla, "multipersona" y que no se centra en cada momento importante.
Es triste que no exista educación cuando pasamos al táctil, humano; y sigamos con el táctil, del móvil.
Es absurdo que intentemos llenar conversaciones con monosílabos en vez de reflexiones, cariño o simple atención. Tan absurdo como narrar lo que ya sabes.
Conversaciones banales que reciben orden de primer plano, como si lo más importante fuese la superficie.
Hay personas que suelen estar por delante del resto, y esto debe hacerse notar, siempre que quieras hacerle ver a otra persona que lo es; como se supondría que debe ser. Hay muchas formas de (des)cuidar lo que tienes.
A veces basta con frenar, dar y sentir un abrazo, que fluya.
En eso se basa la complicidad, el silencio, la confianza, el conocer y las conexiones eléctricas. Lo más importante.
Saber aceptar las variables es cuestión de cultura, y también hay muchas formas de demostrarla; o no. A su vez, la felicidad también pasa por ella y por compartirla.
Se debe dejar de lado el "yo", y observar. En cuanto uno haga eso, el de enfrente hará de espejo y él pondrá tu "yo". Lo hará en forma de recompensa además, de forma más satisfactoria que tú mismo.
Cuando lo vives, sabes que no todo el mundo llega, que no todo el mundo lo valora, que no todo el mundo sabe verlo; porque no se elige, ni se busca.
Y todo ello sin descuidarnos, sintiendo nuestra propia electricidad.
Al fin y al cabo, podrás conexionar solo si posees electricidad dentro de ti.
Y no todo el mundo sabe conducirla.
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