domingo, 26 de enero de 2014

El verdadero miedo de una primera vez.

Como aquella vez. Como cuando sin ser nada, y éramos todo, se quería ir.
Miedo.
Cuando se me hundía el mundo porque se iba, y aún no había llegado. Contaré aquella vez.
Contaré que, en una noche de viernes, sin contar la primera que fue en su casa, y solo por un rato, dormí a su lado. Esa noche que antes de quedarse, ya se iba. Aquella noche, que no podía creer que me pasara de nuevo.
No, con ella no. Yo me iba a quedar con ella, y así fue. Pude cogerla de la mano, conseguí que no se fuera. No al menos esa noche. No al menos hasta por la mañana.
Y esa noche fui feliz, casi por primera vez. No os asustéis, digo casi, porque cuento con la primera vez que vi su sonrisa.
Sí, se quedó a mi lado esa noche. Al menos por un rato le pude hacer ver que ése, era su sitio.
Por una noche, le pude hacer ver que a mi lado, era y sería su sitio. Desde aquella noche del 1 de marzo de 2013, le juré con la mirada que si se quedaba a mi lado, jamás se iría. Jamás se querría ir, o querría volver si por error, lo hacía.
Después, llegó la segunda noche... La noche mágica. La noche.
Era el cuarto día que la veía en persona, que tenía cerca su sonrisa, que su sonrisa se hacía mía. Aquella noche...
Esa noche nos advertía de algo. Nos advertía que si la pasábamos, amaneciendo juntas, no querríamos amanecer jamás separadas.
Y así fue.
Tras pasar la primera noche sola, por obligaciones suyas. Tras pasar la segunda, intentando hacerle ver, incluso a mi misma, que si se quedaba, no se iría jamás. Y la tercera, que fue magia (aún con sus contratiempos)... Llegó el último amanecer. El último y el primer amanecer.
Ese amanecer en el que, con los ojos aún cerrados, con las prisas por dejar el hostal, y con las lágrimas guardadas por la despedida que vendría, llegó.
Sí, llegó eso que tanto esperábamos. Llegó el beso que lo cambiaría todo, después de aquel primero.
Llegaron ese beso y dos palabras jamás dichas con mayor verdad.
Sí, esas dos palabras que te dejan mudo al escucharlas, y sin aliento al decirlas. Esas que, por primera vez, te hace revivir. Te hace pensar que ésta es la buena, que esta vez, nada fallará.
¿Alguna vez habéis oído algo con lo que volar sin imaginarlo, y realmente seguir en el mismo sitio, a su lado..? Yo sí.
Te quiero.
Eso, eso fue. Ese segundo comienzo. Vuelvo a aclarar segundo porque, todo comenzó por un tuit, aunque suene a tópico. Tras un mes de Ask, y otro de Whatsapp. Llegó. tras ello mas medio mes. Llegó.
Llegó ese 3 de marzo del 2013 en el que... Me cambió la vida.
Desde entonces, jamás la dejaré volar sin mi.

Para que veáis, que, las palabras también pueden hacerte volar. Pueden hacerte verlo todo diferente. Pueden.


Y me inspiró: "Por favor aún no te vistas, no te vayas".