miércoles, 3 de junio de 2015

Y qué queda de mi.

Me desconozco. ¿Dónde estoy yo ahora mismo?
¿En qué espacio de tiempo me encuentro?
Me hundo por momentos, me olvido de mi cuando dejo de pensarlo.
Soy una idiota pensando que si evito ciertas cosas, evito estar de cierta forma. ¿Pero saben qué? Cuando alguna de esas cosas que evitas aparece, te hace el triple de daño, y ¿cómo evitas ahora eso? No hay forma. Y llega un momento en el que decides que ya no cabe más dentro, y decides dejarlo salir, estallando y manchando toda la habitación de un color lúgubre, y horrendo. La transforma como del día a la noche, y lo peor de todo es que tú desapareces, yo. Te absorbe como un agujero negro y te deshace, te rompe, te araña, te destroza, te resquebraja y te reduce a simple polvo.
Y ahora, al día siguiente, debes comenzar todo de nuevo.

Dudas sobre qué hacer, y de nuevo cada duda te araña el alma haciéndote sangrar.
Y vuelve a aparecer el dolor. Los demás dicen querer tu felicidad, y tú no tienes, y no sabes cómo ni qué hacerles ver, si la cara falsa, o la real.

Quién supiera qué se siente cuando lleva la corriente en la más hermosa playa.

Una vez que todo eso pasa, nunca vuelves a ser la misma persona que eras, nunca. Se puede aparentar volver a ser una misma, pero lo realmente importante es lo que hay dentro.
Hoy la noche va de brillo; oscuro brillo. Y luna llena.

"Ganes lo que ganes, jamás seas tú e que se pierda".