jueves, 21 de mayo de 2015

Alma y hueso.

En alma y hueso me quedé, taciturna; desmejorada.
La vida me enseñó que si no devoras, serás devorada.
Y aquí me encuentro, sumida en un caos de vida. Ni quiero ser ni quiero hacer.
Tampoco quiero sentir, nada.
A veces un ser ridículo, y otras absurdo.
Es ridículo como algo que sale de dentro,
eso que intentas evitar y solo se antepone más.
Seré fuerte, o al menos lo intentaré. Me alejaré de aquello que no me va a hacer bien, y de lo actual, con lo actual y lo pasado ya hablaremos.
Quiero evitarlo, quiero evitarlo todo.
Quiero estar viva y a la vez muerta por dentro.
Quiero vivir, felicidad, sosiego, paz.
Quiero un poquito de cordura, un poquito de amor, y utilizar la luz como medio de oscuridad.
Oscuridad, esa fiel compañera,
que por más que lo intento y vuelvo a intentar,
parece que no, que no está.
Ese rayito de luz, parece que asoma, pero no es mío.
Parece que brilla, pero solo lo miro.
Parece, quiero, necesito y ,
papeles en una vida con los que sueño.

sábado, 9 de mayo de 2015

Lucha de gigantes.

Gigantes como tú.
Gigantes desde el primer día hasta el último.
Desde que apareciste, cada pequeño día, rato, encuentro casual, visita, cena, almuerzo, cada conversación de las nuestras;
algo un poco cambió en mi interior, a pesar de no haber mucha diferencia entre los mundos.
Todos te ven desde fuera como un ser oscuro, superficial, como una niña(ta) que vive por encima de la propia vida. Una loca, una maníaca, una capaz de hacer daño. Palabras también que ni siquiera voy a mencionar y has recibido. Una persona de las que te cruzas la carretera para cambiar de acera. De las que se sienten bien haciendo daño a los demás y lo disfruta, las que lo hacen. De las que viven en la oscuridad por moda, sin tener respeto, y con los pies por delante de la cabeza. Te ponen contra el pilón, y luego pretenden que no te defiendas.
Te meten en un saco equivocado. Y yo siempre lo supe.
Todos ellos se equivocan.
Mírate.
·Tu persona no cabe en tu cuerpo.
·Tu alma no cabe en tu mente.
·Tu corazón no cabe en tu alma.
A cada cual, más.
Llegaste como una persona extraña a mi vida, la cual era de puta madre; y aún sin tener mucho trato contigo a día de hoy, puedo decir que te conozco un poco como para saber, al menos, de lo que hablo. Hoy, he podido comprobar algunas cosas, similares a las mías.
Lobito, eres grande. Y enorme en tu interior. Tienes belleza dentro de ti.
No sabré escribir, no sabré expresarme; tengo otras formas de hacer ver las cosas, así que perdóname si está todo muy liado; también es una identidad mía.
Pero sé ver muy bien, observar puede ser lo que mejor haga, y cuando he llegado a mirarte a los ojos mientras me contabas historias, he podido ver un poquito de ti, hasta ser capaz de verme yo un poquito a mi. Siempre me haces sacar un poquito de mi mundo interno que está estancado.
Ni con mi torpeza al escribir ni con cualquier palabra podría describirlo, pero que jamás te quiten tu ser interior.
Un mundo en el cuerpo de una niña. Una niña con alma de universo.
Un lobo solitario, pendiente de cuidados, y de cuidar.
Así que tú, de lobo solitario, solo tienes la palabra lobo. Loba, sabes por qué lo digo.

Espero que algún día olvides y tires todo lo que que te aprieta el pecho,
que de momento la luna, tiene un abrigo para ti.
Siempre con tus ojos brillantes, y apretando los dientes.
Siempre.
Y olvídate de buscar el calor entre cartones,
que cuando se mojan, dan aún más frío.
Encuentra tu luz sin miedo, porque el miedo, no quiere que la encuentres.
Súbete a tu altar, y sin hacer ofendas a nadie sonríeles a todos.

Ese oso de peluche, osa, que nadie ve y que por fuera hasta muestra pinchos; se merece que la vida le demuestre que le tiene preparado algo grandioso. Y cumplir tu sino. Y estate segura de ello, que llegará.
Puedo decir que tuve la suerte de conocerte, en un mundo descomunal siento tu fragilidad.
Porque podrás ir de dura por la vida, y por dentro estar más hundida que actualmente Lesbos.
Tan tranquila y a la vez tan agitada.
Tan oscura y a la vez tan de color.
Siéntete.
Porque a partir de aquí, el desorden es mayor como para seguir diciéndote mis pensamientos.
El mundo sería más bello si existiesen más personas como tú.
No lo olvides, me debes una (miles) noche como ya sabes.

martes, 5 de mayo de 2015

Hoy te lloré.

Hoy pude llorar.
Hoy pude llorarte, amor roto, en mi soledad.
Después de siglos, después de sujetar cada gota que quería salir,
cada gota que luchaba por ser libre.
hoy, algunas se escaparon de su cárcel.
"En días como hoy, hasta el cielo llora", y quién iba a evitarlo, cuando todo está roto.
Cuando no me da la vida para vivir, la mirada para mirar, la sonrisa para sonreír, las manos para escribir, el corazón para latir, los pies para caminar, los ojos para llorar. Sin ti.
Hace mucho tiempo que no me escribo a ti misma.
Me dueles, me hieres. Me haces polvo, y no del bueno.
Diariamente no tengo días, no tengo vida si te veo alejarte por el retrovisor; si caminamos en dirección opuesta. Si me pides, pero estoy bajo tierra y  más cerca de acabar quemada por la tierra que de ti. De ese mi amor único. Soy de goma, llego de aquí a seiscientos putos siete kilómetros, pero te me has alejado tanto, que no llego a alcanzarte.
Te llevo en la piel, en la mente, en la sangre y en mis venas. Te llevo conmigo a cuestas en cada segundo que marca el reloj. Te me apareces cada tres segundos por la mente y dices que estás en huelga, que te manifiestas y te plantas ahí, sentada, con un cartel que me grita al oído. Y grita flojito y fuerte a la vez.
Caminarás hacia el otro lado, nos daremos la espalda hasta dios sabrá cuando. Como el que anda con puñales clavados, uno a uno, por la columna, de arriba a abajo. Y lloraré, caerá lo que nadie nunca creyó posible.
Y lo veré, y lo verás; cuando estés a un palmo de ser feliz, cuando te mires la piel y solo veas pedacitos de mi. Cuando quiera arrancarme la mía porque no la acaricies, cuando no la beses, la mimes, la quieras.
Joder, dejas a una planta sin oxígeno, y sumas que ella misma se ahoga. Muere.
Me mueres, me matas, me hieres, me desarmas, me arañas, y me sangro.
Te sangro por los cuatro costados de mi cama, por cada rincón de la casa donde paseabas sin camiseta y me mirabas con ojos sonrientes.
He salido de la ducha y no estabas en ella esperándome.
He salido y no era agua lo que corría por mi, eras tú.