sábado, 26 de diciembre de 2020

Mi chica.

Qué pequeñita y delicada eras...
Te fuiste con él, casi como él.
Lo pasaste muy mal en tus últimos días y me mata saber que te fuiste solita o sufriendo.

Qué suerte, qué suerte haberme podido despedir de ti. Menos mal que te cogí, si no, nadie lo haría. Menos mal que descansaste un poco en mi pecho. Ahí te despediste de nosotros, ahí te quedaste ya tranquila, aunque tenías mucho miedo. Siempre fuiste muy miedica, pero con algunas cosas que pasaste no era para menos. 

Ojalá ahora estés con él y te de todo el amor que te faltaba por recibir, te fuiste muy pronto. Todo igual.
 
Nos has dado mucho amor, lo único que querías era amor y atención. Como aquella última vez que viniste a mi habitación, estando malita y sin haberte movido en un par de días... Sabías que yo te iba a coger en mis piernas o te pondría a mi lado en la cama. Como el resto de días, que ya te traía yo; para que pudieras descansar de la campana, estar calentita, sentir a alguien cerca, que te dieran amor, mucho, para acariciarte, para que no te sintieras sola. 

Tus hermanas te van a echar mucho en falta, y nosotros que comprendemos algo más qué ha(s) pasado, también. 

sábado, 7 de noviembre de 2020

A fuego.

Ya casi no recuerdo aquella estación de autobús. Casi no recuerdo los transbordos, casi se me olvida el camino a recorrer hasta aquel portal, que casi tampoco recuerdo, como ese ascensor.
Casi no recuerdo los rincones que obligatoriamente eran parada. 

Casi, casi, no recuerdo aquellos abrazos, a cámara lenta, que son hogar y calor. 

Lo que sí recuerdo es cada promesa que nos hicimos. Cada palabra que salía del corazón. Y que a día de hoy, siguen vivas. Que cada mirada sonreía con verdad, y si no, yo sabía verlo. Que cada mirada sabía sonreír. Que formamos parte de un -uno-. 

Los tatuajes. Los fuertes, los casa, y los corazón. Los que me hablan y yo cumplo. 

Recuerdo el dolor, la felicidad, la incertidumbre, el miedo atroz, el desgarro, la sonrisa, la paz, el huracán. Las letras, los fotogramas. La valentía. Y el desierto final. 

No se me olvidará que igual que me diste todo, también me lo quitaste. Me llenaste y vaciaste casi por igual. Conocí el cielo y el infierno a la vez. Y a día de hoy me acompañan. 

Pero siempre querré volver al que fue mi hogar cada vez que me hunda bajo el subsuelo. Siempre me gustará enseñar mi sonrisa a la que fue pionera, cuando me salga. Siempre podrás verla, calentita, cerca de lo que me queda de corazón. 

Ojalá te tuviese a día de hoy más cerca de mi cuerpo, y poder calentarnos cada vez que lo necesitemos, con ese rodeo al alma que siempre curó cualquier destrozo. Y aunque no lo haga, el calor es suficiente.

Hay que saber rodear almas hoy en día, y no es fácil que sepan ni saber. 

Creo que hace muchísimo que no te lo digo... Te quiero. 

domingo, 25 de octubre de 2020

(In)certidumbre.

Se le notó el miedo. En ese último beso, no quería terminarlo. Todo fue muy deprisa menos él, que fue una breve pausa, un grito en silencio. 
Se me notó el miedo. Las ganas de que no sonase el despertador, o comprarme un billete y volar a su lado.
Volar tan lejos y tan alto.

Se notó el miedo en medio de una pandemia, y la incertidumbre que la inunda. Se notó en las dudas de -merecer y necesidad- bajo el manto de seguridad en una misma.

Una de las cosas que hasta agradezco en estos últimos meses, hoy me desespera y asusta su incertidumbre. Pero "juntas en cada fase". Sea como sea. 

Durante el camino cada vez las canciones iban más directas. Unas manos en mi barriga, al ritmo de un estribillo precioso. Miradas de reojo nuestra especialidad, y miradas directas ya inevitable.

Ella no tiene nombre porque está fuera de este planeta, casi igual que la distancia que nos separa. Cinco días o cinco horas, ya no los diferencio al pasarlos juntas. Incluso cinco minutos valdrían la pena. Pero pediría más. 

Siempre apostamos por y con el corazón, y ojalá secar el mar y quemar kilómetros. Y que me sintiera ahí con ella, bien cerca. 

Le dejo tener tanto miedo como yo misma, pero ojalá siga queriendo verme, con más ganas. En cuanto me dejen, nos dejen. Ojalá con la sonrisa que abraza al verme llegar, al verla acercarse. Y, ojalá, con la luz que nos rodea. 

Porque será(s) lo primero que me dejen hacer como primera necesidad básica. 




miércoles, 22 de julio de 2020

Ciclos de La Luna.

Cómo te dices a ti misma que todo esto "solo es una fase", que todo pasará, vendrá algo nuevo, el ciclo se cerrará. Cómo te dices que en el agujero en el que estás metida, hay una salida, y que ya llegará el momento de salir.
Ya sabes y tienes asimilado que todo en la vida son fases, momentos, acciones. Sabes que todo pasa. Pero cómo lo aceptas cuando estás en lo oscuro. Cómo haces para frenar en seco, pensar en frío y comenzar a abrir los ojos (aún más).
Quizás todo son ciclos, pero ciclos absolutamente diferentes. Y sí, con lo aprendido en el anterior te sirves para comenzar este, pero tanto el ciclo como tú, sois totalmente diferentes. 
Y ahora qué.
Que las fases, ciclos y caras de la luna son siempre los mismos. Porque estoy en la misma ciudad, en el mismo país del mismo continente desde que nací.
Pero en la vida real, nunca es la misma ciudad en la que pasas cada ciclo.
Al final, te toca aprendértelos con cada ciclo que vives, sea a bien o a mal. Porque también hay que tener en cuenta los ciclos buenos, los que tú eliges para avanzar, aunque desde lo oscuro cueste verlos.


-Una entrada con este título no se merecía esta oscuridad-. 

martes, 16 de junio de 2020

Y a vivir.

En la vida hay fluctuaciones y constantes: tú eres ambas. El equilibrio y la indecisión, la belleza y la inseguridad, la calma y la locura, la dirección y la indecisión. ¿Lo más curioso? Que siempre (me) transmites apariencia de entereza, de calma, de seguridad, de ese amor tan particular que tú llevas. Aun cuando te deshaces delante mía, lo menos que somos es humanos. 
Permito que la vida me aleje de ti de vez en cuando, siempre y cuando me vuelva a acercar a tu persona. Que bueno, conmigo siempre vienes, por mucho que estés en la otra punta del mundo. Que nos acerque siempre para revivir cada locura que hemos pasado y para pensar en las que nos quedan por vivir. O no, quizás es mejor dejarlo al azar, ya sabes.
Siempre diré que cada persona es diferente, y aprecio cada particularidad que os diferencia de forma inmensa, pero tú sales más allá de las peculiaridades. Viviría contigo tantas cosas como se pudieran. 
Porque al final, cada cosa que vivimos, se explica mejor dentro de nosotras que en una imagen. 
Ojalá pudieras ser constante dentro de ti misma en algunos aspectos, que pudieras acariciarte por dentro y ver lo suave y calentito que está, pero de algo tenemos que aprender a lo largo de nuestra vida. Suavecito como por fuera, esa mano en el hombro que siempre te caracterizará y formará parte de la historia, y esos besos y abrazos que te hacen ver que no todo es lo que aparenta. Eres abrazable, dan ganas de darte por culo en contra de tu romanticismo y a favor del cariño. 
Es un camino tan largo como lo que nos quede por delante. Los pasos, mientras se den en buena dirección, da igual el tamaño. 
¿El reloj de arena? Tenemos dos opciones. Llenarlo entero hasta que no se pueda mover ni un granito o tumbarlo, que se jodan en el sitio. Tú decides, cualquiera de las dos me vale. Ya te digo que, igualmente, está "medio lleno". 

Te quiero -fuertemente-, amor. 

lunes, 15 de junio de 2020

Heridas de guerra.

¿Cómo puede ser que solo me rodee de gente con luz? De gente que se queda dentro. También las han habido más turbulentas, pero nunca recuerdo la tormenta, me quedo con el viaje.
Cómo puede ser que solo vibre con lo bueno. Cómo no me quedo nunca con lo jodido. No lo entiendo. 
Ojalá poder quedarme con lo duro, con los golpes. Ojalá que hubieran golpes, más fuertes. Más duraderos.
Porque los necesito. 
Porque cuando tienes una herida puedes curarla con alcohol, y curará rápido o dejarla sola, y curará jodido y lento.
Y dadme ya el tirón de la venda, porque como no empiece eso a sangrar y poder curarlo, va a empezar a hacer costra hacia dentro. 
Y no sé cómo de bueno es eso.

Y al final, todo suman heridas de guerra. De supervivencia, de mejor o peor manera. Pero qué importante es tener marcas en la vida. 
"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido". 

domingo, 3 de mayo de 2020

Los seres que me llenan.

Ahora, ahora que nuestras vidas están en pausa relativa.
Ahora es el momento de empezar si aún no lo has hecho, porque mañana será tarde.
Hablo de pensar como si fueses Universo. Estás hecho de miles de millones de estrellas, agujeros de gusano, agujeros negros, galaxias, de explosión y de "nada".

Ojalá tengáis la suerte que tengo yo con las personas que me rodean. Todas, absolutamente todas, forman parte de mi galaxia. Y creo que no podéis haceros una idea de lo que significan cada una de ellas. No podéis calcular la cantidad de interacción interna que tengo. Mis partículas reaccionan a las vuestras de tal forma que incluso a veces duelen por dentro, quieren salir, explotar.

Ojalá sepáis mirar más allá de las capas de sus atmósferas. Tenemos a nuestro al rededor estrellas que calientan el alma de cualquier espacio, y no sabéis verlo, joder.

He de advertiros que realmente no hay distancia real entre nosotros, hay una "nada", la cual mido en años-pasión.
Tengo naves, tengo piloto, tengo espacio y tengo camino a seguir. Ustedes tenéis mi combustible y la luz.

Jamás tendré nunca palabras exactas para describir esa sensación de euforia al descubriros. De paz, de viviros. Y de felicidad, por la mutualidad. Ojalá nunca dejen de aparecer nuevos cosmos en mi vida, porque cada vez que lo hacen... Joder, qué alimento se vuelve la vida. Qué de nuevas conexiones se crean en mis caminos. Merece la pena vivir en la inmensidad si cuando aparecen, son tan revolucionarios.

A l(os) nuevo(s) tripulante(s): Disfruta del viaje, porque será eterno. Huiremos hacia adelante, a mil años-pasión por vida. Os llevaré bajo la piel siempre que pueda meterme en la vuestra; y viviros, y abrazar justo en el centro. Donde reside el cosmos personal. Y puede que casi lo desconozca, pero sé reconocer dónde hay brillo, aunque suene pretencioso casi nunca me equivoco. También sé que solo una de cada mil veces encuentras cosmos similares.
A veces no tendré palabras, no sabré sacarlas o no será el mejor momento para hacerlo, y es algo que tengo que vivir con ello. Pero podréis meter vuestra cabeza en mi pecho para verlo todo.
Espero que nadie os apague si quiera un lumen de intensidad, porque los agujeros negros los hago crecer con ellos de alimento. Que nadie nunca os diga que brilláis demasiado, ni tampoco que vuestra luz es demasiado tenue, porque no se merecerán vivirlo. Ni sabrán. Qué pena por ellos.
Y sé que el camino por el negro espacio a veces no es fácil, pero subid el volumen de la nave, a tope, que os retumbe dentro.

A los que ya viven: Sois mi vida. Nada menos.

A los que vivieron: Las partículas nunca vuelven a ser las mismas tras el paso de otras, tras las explosiones y pisadas en todas las lunas. Todas las huellas permanecerán siempre hasta que el viento viva en el espacio: nunca.

miércoles, 15 de abril de 2020

Buceando se ven los monstruos.

Que la cuestión no es que me des mi espacio, ni escuchar lo que quiero oír. 
Es que me rompas los esquemas,
pero a bien. 
Que se inunde el mundo bajo mis pies. 
No es cuestión de cautela, es cuestión de amor, 
o era cuestión. 
Tiemblo pensando en qué pasará, en qué será, en qué es y vendrá. 

Buceando se ven los monstruos, 
y hay que ser capaz de mirarlos a los ojos. 

Que han venido, han venido barcos a intentar salvarme.
Y os juro que durante unas horas el mar ha estado en calma, con todas las alimañas bajo el agua pero en calma. Cómo necesitaba esa noche.

Y qué vértigo a la vez.

En el ojo del huracán nunca hay silencio. 
Qué bien, que no perdáis la esencia, no al menos conmigo. 
Que seáis mi yo.