lunes, 11 de enero de 2016

Ella.

Tan dulce.
Tan potente.
Tan irritante, tan tranquilizante.

Ella, tan dulce, tan bonita, tan áspera y fuerte a la vez.
Te hace sentir la persona más grande del mundo, o la más pequeña. La más afortunada, seguro.
Aparece y de repente la vida olvida a la muerte. La oscuridad se hace luz y la luz una negra e increíble oscuridad.
Golpes eléctricos por tus venas, impulsos nerviosos en tu cerebro.
Suaves caricias en el corazón.
Y en tus manos, su dulce y letal poder.

Ella, que tiene el poder de hacerte sentir, de llorar de felicidad, sonreír de tristeza. Tiene la certeza de ser vida, la mirada más penetrante que jamás verás.
La dificultad de caminar, y aún así, jamás te soltará la mano.
Te da retos, te empuja a avanzar.
Te hace sangrar vida por cada poro de tu piel.

Ella, que te inunda con su sintonía. Te deja que la acaricies, que la hagas vida. Que sientas su tacto y su olor.
Siempre resucita y mata a la vez.
Encontré mi norte, mi soporte.
'Tu inmensa maestría cuando no te conocía, cómo podía vivir sin percibir tu melodía.
Eres tú, mi suerte.
Eres tú, tan fuerte.
Eres tú, tú; tan diferente. Surges y de repente la vida olvida a la muerte'.

Ella, la más bonita de todas.
Ella, música.

martes, 5 de enero de 2016

¡Y qué vida!

Un cuerpo,
una mente,
un mundo,
una vida.
Hay tantos mundos y personas como seas capaz de observar; y más.
Quizás te fijes, quizás te dejen entrar, quizás los vivas, quizás sí; o quizás no.
Jamás cohibas a alguien, si en su realidad vive feliz, o simplemente en paz. La paz no está en un mundo azul, idílico o con rayos de sol. Con conseguir lo material, la irrealidad, lo estipulado.
Está en esos pequeños detalles que si la vida no te da, los buscas. En mojarte bajo una noche de lluvia, en escribir sosteniendo entre tus dedos una pluma, en poder expresarte a través de la música o el arte. Está en un beso de cariño, en una palabra cercana, en un abrazo cálido. Está en esa palabra que te hace ver que piensan en ti.
Está en una noche oscura, llena de diminutas estrellas.
A veces te pierdes, pero basta con que una persona de las indicadas te mire en el centro de tu pupila para sostenerte el alma y saber que a pesar de todo, no dejas de ser tú.
La que quiere brillar bajo una noche de lluvia con las diminutas estrellas, y las auroras en blanco y negro que crean la lluvia y el viento danzando a descompás.
¡Y qué danza!
Sencillamente brillante.
Casi tanto como el alma que se alimenta de música mediante escalofríos, mientras camina en una burbuja metálica que le absorbe del exterior, pero le deja sentir.
¡Y qué burbuja!
Rozar con el alma y brillar de fricción.