domingo, 16 de noviembre de 2014

Fábulas. La amor y la corazón.

Érase una historia a una chica pegada.
Una historia que la cambió entera, menos su ingenua ilusión para las cosas no buenas.
No, no lo hago bien.

Corazón 1: el amor.
Corazón 2: el corazón.

El amor (1) comenzó de una forma muy cálida, y continuó luchando con todas sus fuerzas. Se preguntaba que por qué nada funcionaba por mucho que luchaba, pero no cesaba.
Y siguió, y siguieron; pero, y siguió.
Llegó el día en que ambos estaban hechos cenizas, y uno de los dos, comenzó a necesitar estar solo, no dolerse. Estar sin esa otra mitad. Estar el corazón sin su amor.
Ya estaban ambos rotos, pero uno de los dos seguía con calor como para una vez más, el amor.
Pero esa vez más no llegó a realizarse.
Él (1) le dio lo que necesitaba al corazón (2), esa soledad que precisaba para estar bien y ser feliz, no sufrir y no doler, ni dolerse.
(1)Se la dio, se rompió.
(1)Perdió todo, se vació. Vino el viento a llevarse las cenizas al ir en contra de su amor, de esa vez más, de lo que él sentía. Pero quería hacer feliz al corazón (2) a toda costa, a costa de su fuerza e integridad, y así lo hizo.
(1)Pero se perdió.
(1)Pasaban los días vacíos, no dejaba de pensar en su corazón que ya no era suyo, que lo había perdido.
(1)No había tocado nada de su realidad, y en cada esquina había una cosa que le recordaba a ella, a él.
(1) Dejaba una luz encendida en la casa, por si él volvía.
Y entonces sucedió.
Pasó.
El corazón (2) que necesitaba irse, volvió.
(2) Volvió después de soplar los pedazos al viento.
(1) Y ya nunca volvió a ser amor el que era.
Volvió el corazón (2) a rescatar el amor (1) que rechazó, porque en ese día llegó hasta su límite.
Pero el amor (1), ninguna vez antes lo hizo, y ésta vez, lo hizo él. Se la dio esos días atrás, la soledad que necesitaba (2).
(1) Intentaba aislarse de todo.
Le pidió el corazón (2) a su amor (1) que necesitaba verle, pero el amor (1), tras su aislamiento, no pudo hacerlo, y lo rechazó.
El corazón se presentó en su puerta (2), sin avisar, con el corazón arrepentido en un puño; venia a por su amor.
Y su amor (1), como buen amor, no pudo negarle la entrada, le  volvió a abrir la puerta, esa que había empezado a alicatar, a poner ladrillo tras ladrillo. Tendría el corazón (2) que tirarlos.
Pero el corazón (2) olvidó que al amor (1) lo había soplado hacía escasos días.
Al amor (1) a día de hoy sigue faltándole la mitad de sus cenizas que se volaron.
El corazón (2), salió de sus cenizas como un Fénix, pero el amor (1) para resurgir necesitaba tener al menos todos los pedazos, todo el polvo soplado.
Si no, no podrá recomponerse.
A veces el amor piensa, por sentirse algo extraño; por ver cómo ahora está todo bien, y que él aún no está recompuesto.
Nadie ve cómo el amor (1) sigue roto... Nadie fue capaz de ver que todas sus cenizas se volaron y que deben volver.
El amor (1) ahora con su corazón (2) es feliz, pero sigue estando a mitad vacío... Necesita que lo vuelva a llenar. Necesita algo diferente. Y espera que su corazón (2) se lo de, con lágrimas en los ojos, pero una sonrisa de oreja a oreja, y mil risas, miles.
"Alguien que sepa frenar enero, alguien que sepa que viene fuerte".
Ahora tanto el corazón (2) como el amor (1) están frescos, dando pasos de cero. Nada que ver hace unas semanas escasas. Ahora todo es fresco allí.
Pero el amor (1) sigue algo hundido. Sigue algo falto de sí mismo. Sigue un poco ahogado. Sigue con ese algo, qué sé yo, que yo que sé.
Y fueron felices y comieron en una mesita muy bonita, en su casa, dentro de unos años. El Amor (1) y el corazón (2) juntos, juntos en la siguiente página.