Recuerdo muchas cosas, en pasado, porque es lo que me queda, lo que me dejaste. Un día a día que nunca antes tuve, que quizás supe o no llevarlo, pero bien aprovechado. Una mano tendida si necesitaba algo. No te importaba hacer lo que fuera, nunca te molestaba. Y terminé aceptándolo y aprendiendo a dejarme ir en que no te molestaba, era gratificante. Me quedo con eso para siempre.
Una pizca (no tan grande) de curiosidad, apuntarte a hacerlo todo aunque a veces te tuviera que empujar (pero qué bien quedaba después). Aunque poco a poco costaba más empujarte en algunas cosas, y yo tenía menos fuerza.
Quizás no llegamos a explotar, pero sí ardimos, ardimos mucho internamente. Te debo felicidad, estabilidad, parte de madurez y con un día a día tan agradecida que desconocía...
Tantos momentos y tanto tiempo compartido, tanto de mucho y tanto de poco. No tengo otras palabra que gratitud enorme, y tristeza interior enorme también.
Aún eso me sigue quemando por dentro. Me sigo obligando a aceptar que ya no hay nada en mi mano, nada más que hacer desde este lado, nada más por insistir al aire. Y sigo sin pretender nada, creo, no por 'esto' lo pretendo.